Cuando las personas llegan a conocer a Cristo como su Salvador, entran en una relación con Dios que garantiza su seguridad eterna. Judas 24 declara, "Dios es capaz de cuidarnos para que no caigamos, y puede también hacernos entrar a su presencia gloriosa con gran alegría y sin falta alguna.". El poder de Dios guarda de caer al creyente. Le corresponde a Él, no en nosotros, presentarnos delante de Su gloriosa presencia. Nuestra seguridad eterna es el resultado de que Dios nos guarde, no de que nosotros mantengamos nuestra propia salvación.